Por La Corriente Educativa
Una tendencia que crece en el mundo es la idea de individuo como sujeto que crea, diseña o teje su rumbo en un océano de incertidumbres. Vivir y sortear esas incertidumbres hace que se piense solo y sin ataduras, libre para cambiar su realidad cuando sea necesario. Así los trabajos, los estudios y comunidades en general podrían fluctuar según el propio ritmo de interés.
Pero,¿esto es realmente así? O ese interés está inevitablemente marcado por las tendencias sociales y económicas del mercado, que lo arrastra culturalmente.
Hoy nos encontramos con una sociedad post pandémica que a raíz de los resultados de las últimas elecciones decidió elegir a alguien casi desconocido porque podría tener propuestas que resuelvan viejas deudas sociales; pero no se observó que detrás estaban los mismos de siempre, que nunca tuvieron intenciones de solucionar el gran problema de la gente que es “la pobreza”. Porque sino esto hubiera sido intentado desde el siglo pasado ya que siempre se manifestaba ese sentido común: “En un país tan rico en recursos para producir alimentos cómo hay tantos pobres” . Claro que no se les ocurrió pensar primero en dar alimento a la gente y brindar fácil acceso a quienes pueden pagarlo sin empobrecerse en tanto fuera creciendo paulatinamente el trabajo, la producción, etc., etc. Esa gran producción de alimentos nunca se pensó de esta forma pero sí para exportar esos recursos y materias primas para el beneficio económico de pocos.
Si pensamos hoy en lo que se quiere hacer con la educación, la cultura y toda su institucionalidad con esta ley ómnibus que el gobierno busca se apruebe, no dista mucho de ese modelo extractivista y proveedor de materias primas.
Entonces, ¿cuál es el camino? ¿Aceptar callada y pasivamente? ¿Rechazar la ley por capricho?
Ni lo uno, ni lo otro, las y los docentes hemos escuchado reiteradamente que tanto el DNU como la ley «ómnibus» modifican el Sistema Educativo Nacional por lo que luego de la lectura y el debate de los mismos creemos necesario expresar nuestro Rotundo Rechazo y no por capricho, sino porque está lejos de beneficiar y optimizar la educación .
En ambos se evidencia el reduccionismo con el que se explicitan cambios ideológicos en la obligatoriedad, en la presencialidad o en las trayectorias por mencionar algunos de los ejes educativos abordados por estas medidas; haciendo hincapié en la repitencia y en la evaluación, sin tener en cuenta la multiplicidad de variables y actores que intervienen en el proceso educativo, sin considerar la inclusión, la discapacidad o la interculturalidad. Además de la incoherencia a la vez, de declarar la educación como «esencial», para evitar el derecho a huelga de la docencia, que como siempre, es el último recurso al que apelamos.
Estamos convencidos que la cuestión del déficit cero a como dé lugar apelando a «el fin justifica los medios», conlleva un vaciamiento y la lapidación de la Educación pública, entendiéndose por educación pública no solamente la gestión. Por consiguiente el fin es claro, no gastar en Educación, porque para este gobierno la misma es considerada un «Gasto» no una “Inversión” que favorece el ascenso social y que en definitiva beneficia el futuro de la sociedad.
Desde su concepción, la educación es Status quo y a la vez, motor de cambio. Status quo para fortalecer los valores sociales y bienes culturales de un país y motor de cambio porque las acciones educativas son transformadoras: ningún sujeto es el mismo después de transitar la escuela. Así desde la Revolución francesa, la escuela cumple el rol de co-formación de la sociedad.
En nuestra tierra, la Ley 1420 continuó ese camino estableciendo la educación obligatoria, gratuita y laica, que formó al ciudadano argentino bajo una mirada homogeneizante y normalista. Ideales necesarios para una época en la que los inmigrantes llegaban diariamente con distintas costumbres, religiones, idiomas y dialectos.
Esa sociedad, no dudó en confiar a la escuela, lo más valioso que tenía, sus hijos e hijas, el futuro del país y del mundo y no dudó, porque la presencia del Estado fue y continúa siendo indispensable. Por el contrario, su ausencia es sinónimo de abandono a las infancias, a las juventudes, a los docentes como trabajadores y en definitiva, a toda la sociedad.
El Sistema educativo debe ser actualizado, sí, estamos totalmente de acuerdo con ello ya que las nuevas tecnologías y demandas sociales acordes al siglo XXI así lo evidencian, la cuestión es el cómo.
Queremos que se debata organizadamente con el tiempo necesario, tomando como punto de partida un diagnóstico que contemple la complejidad del sistema en todas sus dimensiones y las voces de sus actores: autoridades ministeriales, directivos, docentes, bibliotecarios/as, estudiantes, personal auxiliar, familias.
Por estas razones no queremos ser generadores de más incertidumbre que certezas, no podemos callar ante estos ataques al derecho a la educación, a enseñar y aprender, al trabajo, a la formación docente, a la educación gratuita e inclusiva.
¡DECIMOS NO AL DNU, NO A LA LEY ÓMNIBUS!
El compromiso con la causa de la educación, nos impulsa a embanderarnos en defensa de su gratuidad y obligatoriedad, estos son pilares fundamentales para construir una sociedad más justa y equitativa.
- Sabemos que la educación debe ser obligatoria, ya que solo a través de este compromiso podemos garantizar oportunidades para todos, independientemente de sus circunstancias iniciales. El plan de educación propuesto por el nuevo gobierno nacional amenaza con cercenar las posibilidades de aquellos que menos tienen. Es una falacia creer que la educación generará igualdad de oportunidades sin la intervención del Estado para mejorar los derechos de los menos privilegiados.
- No solo abogamos por la presencia obligatoria en las aulas, sino que también consideramos esencial que los niños tengan tiempo para jugar, hacer deportes y recrearse. La educación obligatoria está intrínsecamente ligada al bienestar infantil y a la construcción de ciudadanos plenos.
- La obligatoriedad de la educación también guarda estrecha relación con otros aspectos cruciales de la niñez, como el «Plan de Vacunación». ¿Será discrecional también vacunar a nuestros hijos? ¿Qué ocurriría si nuestra sociedad decidiera no vacunar a la infancia?
- Es imperativo que el Estado intervenga en la educación, considerándola un «Bien Público». La creación y mejora constante de escuelas, institutos y facultades, así como la accesibilidad a los mismos de toda la sociedad, son elementos esenciales para el desarrollo de una educación inclusiva.
Resulta desconcertante observar a profesionales actuales, que se beneficiaron de universidades públicas gratuitas, defender modelos que amenazan este tipo de educación. El Estado debe ser un garante de la educación como un derecho público para todos.
- El Estado debe intervenir en la educación como un agente que promueve la igualdad de oportunidades. La creación de programas como Conectar Igualdad demuestra que la inversión en educación, el lanzamiento de satélites como el ARSAT, tienen un impacto directo en el acceso a oportunidades educativas, especialmente en comunidades remotas, por ejemplo las escuelas rurales o de montaña.
- Un niño o niña en situación de vulnerabilidad y extrema pobreza, o descendiente de nuestros pueblos originarios, con la opción de no asistir a la escuela, enfrentan un futuro incierto. La no obligatoriedad de la educación lleva a escenarios desfavorables, desde el trabajo temprano hasta situaciones de responsabilidad impropia de su edad. Al defender modelos que relegan al Estado, estamos abriendo la puerta a la desigualdad, la exclusión y el peligro para las generaciones futuras.
- El Estado no puede limitarse a una función meramente económica; debe desempeñar un papel activo en la construcción de igualdad de oportunidades. Nuestra realidad está determinada por nuestro punto de partida, y es responsabilidad del Estado garantizar que ese punto de partida no condene a las generaciones futuras a un destino de desigualdad.
Nosotros, como educadores, exigimos un compromiso inquebrantable con la educación gratuita y obligatoria como piedra angular y fundacional de una sociedad justa, inclusiva y próspera.
Para concluir , el reconocido autor de Farenheit 451, Rad Bradbury decía ” Usted no tiene que quemar libros para destruir una cultura. Sólo tiene que hacer que la gente deje de leerlos”… Si leemos entre líneas, desfinanciar la Educación es “desculturizar”.
Sin un sistema educativo garantizado por el Estado, organizado, supervisado y modernizado en favor de la alfabetización inicial, digital y teniendo en cuenta las inteligencias múltiples y necesidades especiales de los estudiantes, resulta imposible no poner en riesgo todos los aspectos ya mencionados, además de que se produce un efecto dominó que arrasa con los bienes culturales y tradiciones que nos identifican y aúnan como argentinos y argentinas
¡NO AL DNU, NO A LA LEY ÓMNIBUS!