¿Sinónimos o antónimos?

Por Profesora y Licenciada María Fernanda Otero

La gramática nos dice que las palabras antónimas son las que se oponen en su significado y las sinónimas son palabras con significados semejantes, aquellas que pueden intercambiarse porque significan aproximadamente lo mismo.

Repasando estos contenidos de Primaria, me puse a pensar en el uso de la palabra LIBERTAD que hacen Milei y su fuerza política. Pareciera que usan LIBERAL/ LIBERTARIO y LIBERTAD como sinónimos. En mí va naciendo la convicción de que deberíamos oponerles PUEBLOS LIBRES/ LIBERACIÓN y EMANCIPACIÓN.

Los que cursamos Teoría Política I en la UNR con la profesora Yanuzzi allá por el 2000, sabíamos que una cosa era la “libertad positiva” y otra la “libertad negativa”. La docente recurría al ejemplo de una pared para diferenciar ambas. Nos explicaba que no tener una pared por delante era gozar de una libertad negativa: no había impedimentos físicos para avanzar. En cambio, estar motivado a avanzar, a ponerme de pie y caminar era gozar de mi libertad positiva, porque tenía precisamente motivaciones para seguir adelante y lo hacía. Ambas eran libertades, pero con definiciones diferentes.

En definitiva, esa libertad negativa o desde fuera, con la “ausencia de impedimentos” de alguna manera es lo que propone Milei. Siguiendo su ideología liberal, identifica al Estado como una especie de lastre obsoleto que no deja avanzar. Lo describe como una asociación delictiva que roba a los “ciudadanos de bien”. De alguna manera, se debe liberar cualquier tipo de atadura económica, política y social que impida al “mercado” desplegar sus fuerzas. En algún punto, es quitar todo límite. Obviamente que eso nos pone en un “estado de naturaleza”, donde el más fuerte se impone sin restricciones. Es abandonar a su suerte a los más débiles. Porque no tienen impedimentos pero tampoco cuotas de poder para avanzar o para imponer sus posiciones. Siempre estarán relegados a ser espectadores de las decisiones de otros y títeres de sus deseos. Es mentira que la libertad negativa favorece a todos. Favorece solo a los que son lo suficientemente fuertes. Como en la naturaleza, el débil perece. Por eso subyace una visión deshumanizada y de crueldad en la propuesta mileísta. Porque sabe que los pequeños no lo soportarán, pero no le importa porque esos no generan ganancia, solo pérdida en términos del mercado. Y por lo tanto será más redituable que ya no estén.

Por el contrario, algunas tradiciones políticas proponen elegir la visión positiva de la libertad: aquella que nos permite valernos por nosotros mismos, emancipándonos de los más fuertes y poderosos. Para poder liberar a los más débiles y permitirles acceder a los bienes socialmente reconocidos, es que necesitamos la libertad positiva. Aquella que algunos han llamado independencia, otros soberanía o autodeterminación de los pueblos.

Es en la libertad positiva donde se garantiza que exista la profunda humanidad, donde los más frágiles son impulsados en vez de abandonados a su suerte. Algunos necesitarán muletas, otros sillas de ruedas y otros simplemente una mano extendida que los invite a caminar. Reconocer las diferencias e intentar paliar las desigualdades “naturales” es lo que nos hace humanos y no animales. Preocupa la profunda deshumanización que estamos viviendo, donde se goza ante el despido ajeno, pareciera que se disfruta de que algunos  pacientes se queden sin medicación oncológica o de que los gremios no alcancen acuerdos salariales dignos para a sus representados. 

Por eso creo que debemos oponer, a la libertad negativa que proponen Milei y su gobierno, la libertad positiva de la emancipación y la liberación. Al sentido degradado, devaluado de libertad como la potestad de pisarle la cabeza al Otro y de regodearse en  su infortunio, oponer la libertad de construir juntos, avanzando colectivamente y dando privilegio a los más vulnerables. Solo eso nos hará más libres y humanos.

Parece un contrasentido, en esta época de individualismos y meritocracia, hablar de solidaridad y bien común, pero seguimos insistiendo, desde la Argentina y desde América Latina, en que la libertad negativa, aquella de no tener impedimentos para avanzar, está en franca oposición a la libertad positiva, que permite a los más olvidados incluirse en lo colectivo. En este sentido, una misma palabra -LIBERTAD- aloja un significado y su antónimo.

Ojalá podamos oponer al liberalismo la liberación, al estado de naturaleza la humanización y a la crueldad la ternura. Porque el amor vence al odio, siempre y en todas las circunstancias.

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